De lunes a viernes -y a veces lo sábados- don Julio viaja una hora y media para vender flores en la esquina de Pocuro con Los Leones. Ha estado vendiendo en semáforos por 30 años. Lo veo casi todos los días, y siempre me saluda con una sonrisa. Siempre. No importa que esté enfermo, que afuera esté lloviendo o que el calor sea insoportable –don Julio sonríe.
